lunes, 11 de junio de 2012


En Tiempo de indulto

Hace 2 años, fue muy comentada la presencia de la solicitud de indulto emitida por parte de la iglesia, hacia el presidente de la república Sebastián Piñera, tiempo antes de que se acercase su discurso presidencial, del 21 de mayo. Aquella solicitud, conocida popularmente como Indulto Bicentenario, proponía un indulto que dentro de sus mencionados, a pesar de sostener un rechazo por diversos sectores, incluye a militares condenados por delitos como de lesa humanidad.
Debemos entender por indulto como un motivo de extinción de la responsabilidad penal, lo que supone el perdón de la pena. Funciona de diferente modo en comparación con la “amnistía”, ya que el indulto no significa que la persona ya no sea culpable, si no que se le es perdonado el cumplimiento de la pena; y dentro de los indultos, se encuentra el caso del indulto total, que comprende la remisión de todas las penas que aún no hubieren sido cumplidas, y el indulto parcial, donde hay remisión de alguna o algunas penas impuestas.
Volviendo al contexto, la iniciativa fue dirigida por el Cardenal Francisco Javier Errázuriz y el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Alejandro Goic. La iniciativa, contenida en el documento bautizado “Chile, una mesa para todos en el Bicentenario”- fue entregado al mandatario y posteriormente expuesto en la página web de la Iglesia. También como olvidar las palabras “no seria completa la mesa para todos si no considerásemos en esta petición a quienes cumplen penas por delitos contra los derechos humanos cometidos durante el régimen militar” por parte del connotado Cardenal.
A mi juicio de entender la situación, fue muy noble la iniciativa llevada por Monseñor Alejandro Goic y Cardenal Errázuriz, y a su vez representando a la Iglesia; de poner a oídos a de todos y más aún en un momento y año de fiesta, como sería nuestro anhelado bicentenario, la intención de salvar y atenuar la los sufrimientos de vida de aquellas personas que estaban en situación de presidio, algunos por crímenes menores y otros por obedecer órdenes, como en el caso de los militares presos, que de lo contrario hubiese significado su exilio o más aún, la muerte.
A pesar de que muchas familias se levantaron, tomaron palabra y alzaron su voz, sumado a que en el discurso presidencial del 21 de mayo, el Presidente no haya elegido tomar y hacer cumplir este proyecto e iniciativa, mi postura es crítica con respecto a esta decisión, porque a pesar de todo lo ocurrido y el daño hecho, estamos enfrentándonos a la vida de personas, que frente a todo, lo siguen siendo, merecen respeto, tienen sus derechos y sobre todo, no se les puede quitar el derecho a ser perdonados, más aún aquellos que poco o nada pudiesen haber hecho en medio de las situaciones sufridas en este país, donde la tiranía se hiso valer, y la fuerza superó a la razón. Por eso creo que nuestro Presidente debió evaluar con más reflexión y meditación la situación, la propuesta y las personas involucradas; quizás logrando llegar a una mejor decisión, mas óptima para las personas enfatizadas, especialmente en un año tan importante como lo fue el Bicentenario de nuestra Nación, nuestra cultura, nuestro país, Chile, un lugar único, singular, lleno de distintos grupos y etnias, que junto a todos, luchan por sus derechos y ser reconocidos, sin olvidar al hermano que ha caido.
Javier Añazco y Guillermo Carrasco.

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